Recordemos a alguno o algunos de quienes fueron nuestros docentes cuando éramos estudiantes, ¿cómo daban la clase?, ¿cuál era su interacción con nosotros?, ¿cuál era su rol como docente y cuál era nuestro rol como estudiantes?; la mayoría de nosotros podremos decir que asistíamos a clase a escuchar, tomar notas, memorizar nuestros apuntes o páginas de nuestro libro para después pasar un examen, la pregunta es, ¿eso atendía a nuestras necesidades como estudiantes?
Hoy en día nuestros estudiantes están expuestos a un sinfín de información y recursos gracias a la tecnología, a las redes sociales e incluso a las plataformas de streaming donde a veces las series o películas pueden llegar a ser otros educadores para ellos. ¿Cuál será nuestro rol como docentes en esta realidad?, o más allá todavía, ¿cuál será nuestro rol como docentes para prepararlos para enfrentar los retos actuales y los del futuro?
Creo que está claro que a nuestros estudiantes, al estar rodeados de tantos estímulos, no les es significativo sentarse a escuchar al docente hablar de algún tema que ellos pueden rápidamente buscar en Google, quizá escucharán los primeros 5 o 10 minutos pero después comenzarán a pensar en qué harán el siguiente fin de semana, lo que traen de desayuno o en lo que le quieren contar a su mejor amigo/a. Nuestros estudiantes necesitan saberse protagonistas de su aprendizaje, y ¿cómo podemos lograr eso?
Antes que nada, es fundamental conectar con cada una y cada uno, conocerles, interesarnos por sus gustos, involucrarnos e investigar sobre las tendencias actuales, ¿qué música escuchan?, ¿cuáles son las series del momento?, ¿qué aplicaciones suelen usar?, ¿qué redes sociales son las más populares?, ¿qué juegos o dinámicas les llaman la atención?, ¿de qué manera aprenden?; es decir, echarnos un clavado a la realidad de nuestro salón de clases, a la realidad de cada persona que conforma ese grupo, de esta manera podemos planear actividades que estén aterrizadas en donde está su atención en ese momento.
Por otro lado, es importante que nuestros estudiantes le encuentren un sentido a lo que están aprendiendo, y bueno, no es coincidencia que alguna vez hayamos escuchado a un estudiante decir: "¿esto para qué me va a servir?", en esa pregunta se expresa tal cual la necesidad que tienen de encontrarle una utilidad, una aplicación en sus vidas. En nuestro rol como docentes se encuentra guiarlos para que encuentren la respuesta, para que a través de las actividades que hagamos vayan descubriendo el para qué de su aprendizaje, puedan experimentar, aprender haciendo, vincular sus aprendizajes con distintas áreas de su vida y aplicarlos para resolver problemas del mundo, llegar a conclusiones por sí mismos, lo cual los llevará a ilusionarse, motivarse y sentirse orgullosos de su proceso.
Nuestros estudiantes además de actividades que fomenten el aprendizaje autónomo, también necesitan compartir con otros y co-construir, pues la vida afuera es así, estamos en constante comunicación y relación con los demás, aprendemos unos de otros y nos enriquecemos de esa manera, por lo tanto es imprescindible integrar actividades cooperativas en el aula para que vayan descubriendo cómo trabajar en equipo, aprendiendo de esta manera a escuchar, participar, negociar, tomar decisiones en conjunto y valorar las habilidades y talentos de los demás y de uno mismo.
Asimismo, existen metodologías activas que tienen como principal objetivo que el estudiante sea el protagonista de su aprendizaje, entre ellas se encuentran: aprendizaje basado en proyectos, gamificación, aula invertida, entre otras. Tomemos un tiempo para explorar cada una de ellas, analizar sus bondades y animarnos a ponerlas en práctica, nos podremos sorprender de los resultados.
Al ver a nuestros estudiantes como protagonistas de su aprendizaje también nos estaremos enfocando en que desarrollen habilidades que les permitan enfrentarse a los desafíos actuales y a los desafíos del futuro. Un estudiante que sabe escuchar, respetar, tomar decisiones, comunicarse, cuestionarse, investigar, analizar información, trabajar en equipo, ser asertivo, ser buen ciudadano y que además es seguro de sí mismo, creativo y curioso será un profesional que será capaz de solucionar problemas, aportar positivamente a su sociedad y ayudar a construir un mundo mejor.
Por último, no tengamos miedo a romper esquemas y planear algo diferente; enfoquémonos en lo que nuestros estudiantes realmente necesitan, así ellos disfrutarán más de aprender, al tiempo que construyen aprendizajes más profundos y significativos y nosotros gozaremos con ellos el camino.
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